Personalidad múltiple: las etapas de Batman en la pantalla

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Desde que llegó a los medios audiovisuales, y principalmente luego de la serie lanzada por la ABC en la década del ’60, el Murciélago ha tenido marcadas diferencias en su concepción. De la comedia de Adam West al conflictuado vigilante que ideó Christopher Nolan, atravesando su pico de oscuridad con Tim Burton. Los pasos del héroe de Ciudad Gótica en la previa del estreno de su nuevo programa en FOX.

Por Damián Herrera

Contraste. Los Batman de Adam West (1966) y Christian Bale (2012).

Contraste. Los «Batmen» de Adam West (1966) y Christian Bale (2012).

Batman, el Hombre Murciélago. Su nombre, el terror de los delincuentes de Ciudad Gótica, una metrópoli sumida en la decadencia. Su vestimenta, un símbolo de justicia, de apego a lo que debe hacerse en tiempos en los que nadie hace lo que realmente debe. Su personalidad, la más conflictuada jamás llevada a las tintas para crear la imagen de un superhéroe – o héroe, para los puristas, puesto que el Caballero de la Noche no tiene mayores habilidades que su inteligencia y su valor.

Desde su nacimiento y su primera aparición en papel – Detective Comics N° 27 (mayo de 1939) – Bruce Wayne y su álter ego han tenido una concepción más o menos estable (el niño furioso que busca venganza por la muerte de sus padres y decide entrenar por el resto de su vida para detener a la misma clase de delincuentes que el tipo que se los arrebató, y que jamás se libra de sus fantasmas). Sin embargo, el cine y la televisión se han encargado de mostrar, desde los primeros seriales de la década del ‘40 y a través del tiempo, facetas muy distintas del enmascarado.

Desistiendo de la necesidad de todo fanático de objetar contra la fatídica producción de la ABC que, entre 1966 y 1968, puso a Adam West y Burt Ward (Robin) en mallas y al onomatopéyico ritmo de ¡pow!, ¡bam!, ¡zap! y ¡sock!; hay que llevarse la mano al corazón y sentenciar que fue aquel intento de sitcom superheróica la que puso a Bat en el pedestal más elevado de la aceptación popular en cuanto a protagonistas de historietas se refiere.


Batman, Robin y el repelente contra tiburones en la película de 1966.

Aún así, la verdadera cara del señor Wayne – y sí, me choca llamarlo Bruno Díaz – y su poderoso amigo nocturno llegó a la pantalla grande recién en 1989, año en que Tim Burton tomó al Batman más controversial, el de “El Regreso del Caballero Oscuro” (The Dark Knight Returns, publicada en 1986), y al Guasón más salvaje, el de “La Broma Asesina” (The Killing Joke, 1988), y los plasmó en dos personajes estupendos que, encarnados por Michael Keaton y Jack Nicholson, dieron cuerpo al éxito de taquilla del film Batman. Éxito que propició tres secuelas, con un poder de impacto demasiado dispar: “Batman vuelve” (Batman Returns, 1992), “Batman eternamente” (Batman Forever, 1995) y “Batman y Robin” (Batman & Robin, 1997). Las últimas dos, dirigidas por Joel Schumacher.


El enfrentamiento final entre Batman y el Guasón en Batman, de 1989.

Y, si bien podemos darle el título a Burton de padre del espectro contemporáneo de Batman en el mundo audiovisual, es Christopher Nolan el hombre responsable de devolverle a Bruce Wayne su identidad de guardián nocturno, de vigilante surgido de la oscuridad, conocedor de ésta y luchador en nombre del bien, aún en contra de su propia vida. Con “Batman Inicia” (Batman Begins, 2005), “El Caballero de la Noche” (The Dark Knight, 2008) y “El Caballero de la Noche asciende” (The Dark Knight Rises, 2012), Nolan le probó al mundo que algo tan simple como una historia policiaca que se metiera en la lucha de las fuerzas públicas con el crimen organizado podía convertirse en un furor sin límites con el agregado del Hombre Murciélago.

De ese modo, dejó de manifiesto que el deseo del Guasón de llevar el mundo al caos sin el menor beneficio económico, la sed de venganza de Harvey “Dos Caras” Dent, la ferocidad de Ra’s al Ghul o la brutalidad de Bane podían tener un origen verosímil. Un inicio palpable en el espíritu humano, en sus emociones turbadas, en los delirios de simples ciudadanos en una sociedad encolerizada y camino a la ruina moral. Que no se necesitaban de accidentes, fallos químicos, fosas de Lázaro ni otras explicaciones “excesivamente ficcionales” para crear monstruos, porque los monstruos están por debajo de la piel y no por encima de ella. Así como, también, que hay circunstancias en las que el bien puro no puede vencer al mal, sino que para lograr que llegue la luz hay que conocer la oscuridad y saber moverse en ella, jugando el macabro juego de los villanos de mente retorcida.


Una retrospectiva de la trilogía de Christopher Nolan, en 10 minutos.

Es ese el guante que ahora recoge FOX con su incipiente Gotham (en español, “Gótica” o “Ciudad Gótica”, inclinándome por la primera traducción), que, desde el 22 de septiembre llegará a la pantalla chica para contarnos la prehistoria de “la infame ciudad” y los primeros pasos de los personajes que caracterizan a los filmes más recientes. Desde la perspectiva de un Jim Gordon  a priori muy cercano al de “Año Uno” (Batman: Year One, 1987) y con marcadas vetas del que corporizó Gary Oldman en la saga de Nolan, se nos promete asistir a los sucesos que desencadenaron las transformaciones de Bruce Wayne en Batman, Selina Kyle en Gatúbela – o Catwoman, queda a su criterio –, Edward Nygma en el Acertijo (Riddler) y Oswald Cobblepot en el Pingüino (Penguin), entre otros.


El avance de «Gotham», que la cadena FOX estrenará el 22 de septiembre.

Así las cosas, y a menos de dos años de una nueva aparición del Murciélago más famoso en los cines del mundo – en “Superman vs. Batman: el amanecer de la Justicia” (Superman v Batman: Dawn of Justice) de Zack Snyder, cuyo estreno está programado para el 6 de mayo de 2016 – el panorama viene claro. O, mejor dicho, oscuro, bien oscuro para el legendario guardián de Ciudad Gótica. Criminales, a temer…

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